miércoles, agosto 22, 2007

Cara y cruz de la convergencia multimedia

Desde épocas remotas, cada cierto tiempo el diablillo de la tecnología viene a meter la cola para revolucionar las cosas en materia de comunicación. Me refiero a la tecnología entendida en el sentido amplio: desde las tintas usadas por las primeras civilizaciones, pasando por la imprenta, el teléfono, la televisión, la computadora personal y las herramientas intangibles de nuestra era, la digital. Innovaciones que cuando antes requerían décadas hoy nacen, se desarrollan y mutan en ciclos de paradigmas y rupturas que requieren tan sólo meses o, con suerte, años.

En la década del 90, la incorporación de las computadoras en las redacciones fue responsable del primer gran revuelo en el proceso de producción de la información. Pues bien, a fin de siglo llegó nuevamente nuestro diablillo tecno trayendo el fin del mundo tal como lo conocíamos de la mano de Internet. El sismo fue tan grande que aún no termina de asentarse la tierra. Aceptar el regalo de lo interactivo y multimedial implica cambios en el corazón mismo de lo teorizado hasta ahora sobre comunicación y periodismo: nuevos actores, nuevas posibilidades y sobre todo, nuevas formas de trabajo.

Es aquí donde entra en escena la convergencia periodística, o multimedia. Una tendencia que significa mucho más que un proceso de recolección, producción y difusión de información que se realiza, al menos en teoría, de manera completamente digital a través de un sistema editorial integrado.

Según el especialista en ciberperiodismo, Ramón Salaverría, una integración multimedial exitosa requiere planificación, innovación y formación en relación a cuatro dimensiones: la empresarial, la tecnológica, la profesional y la comunicativa. La evolución de estas dimensiones no es uniforme, la empresarial y la tecnológica llevan la delantera con años de desarrollo, mientras que la profesional y la comunicacional representan el mayor desafío.

Quizás la más polémica de todas ellas sea la profesional, ya que la dinámica de trabajo en redacciones integradas transforma al periodista en un profesional multiuso, que puede asumir dos roles: el periodista multitarea y el periodista multiplataforma. El primero se enfrenta al pluriempleo, obligado a asumir tareas diversas que se suman a la redacción: fotografía, edición, y un amplio etcétera que incluye a veces hasta venta de publicidad; tareas que antes eran cumplidas por diferentes especialistas, hoy vuelven a concurrir en una sola persona. El segundo funciona como una especie de agencia de noticias unipersonal: realiza un solo trabajo periodístico, ajusta el producto informativo a las características de los distintos medios y difunde la información a través de múltiples canales.

Norteamérica y algunos países de Europa fueron los primeros en probar esta modalidad. Si bien en un principio las profecías prometían economía de recursos, mayor calidad en la información y trabajo en equipo; luego de algunos años empezaron a notarse efectos negativos como reducción de planta y precarización laboral. A favor y en contra, dos caras de una misma moneda: los optimistas que consideran el cambio como una oportunidad de mejorar el producto comunicacional desarrollando sinergias que optimicen el aprovechamiento de los recursos disponibles; y los escépticos, quienes defienden la especialización frente al profesional comodín y temen que el resultado sea un periodismo barato y poco elaborado.

El listado de pros y contras es largo, de ambos lados. Para resumirlo voy a basarme en un ensayo del periodista José Alberto García Avilés, publicado en la revista Chasqui digital hace casi cuatro años, donde el autor plantea mitos y realidades del tema que nos ocupa.

En el rincón de los mitos encontramos la afirmación de que la convergencia puede adoptar diversas formas, desde la colaboración hasta la polivalencia, con el objetivo de mejorar la calidad del periodismo y optimizar el aprovechamiento de recursos, lo cual redundaría en el crecimiento de imagen de marca de los medios que colaboren entre sí. En relación a lo profesional se habla de una mayor flexibilidad y control sobre el medio, donde el super-periodista multiorquesta será capaz de llevar a cabo cualquier función que se requiera, adaptándose con facilidad a la nueva dinámica. El fantasma de “one way out” (una sola salida posible) también se hace presente: la consigna es convergencia o muerte, el periodista mono-media se convierte en una especie en extinción.

En la esquina opuesta del cuadrilátero se encuentran las “realidades” esperando que suene la campana. García Avilés apunta que la simple cooperación no es suficiente para que haya convergencia, la cual muchas veces esconde una simple disminución de costos para hacer frente a la competencia en el mercado, apoyándose en la sinergia como un mecanismo encubierto para reducir personal. El trabajo en redacciones integradas donde se comparte la información como materia prima aumenta el riesgo de homogeneización y univocidad del mensaje. El objetivo suele transformarse en dar la noticia primero, al costo que sea, lo cual lleva a una competencia feroz entre colegas. La figura del periodista orquesta es probable que sólo funcione al delegarse todas las tareas en una sola persona; esto redunda en el aumento de la jornada laboral en horas y en intensidad, sin que este incremento se vea reflejado en el salario. Finalmente, ante la consigna: “converge o desaparece”, Avilés encuentra que muchos intentos de convergencia fracasan al intentar que periodistas de medios disímiles se desenvuelvan eficazmente como pez en el aire. Respirad: hay vida fuera de la convergencia multimedia.

En suma, sin duda alguna las nuevas tecnologías incrementan las posibilidades de registro de la información. Los dispositivos digitales son cada vez más fáciles de usar y de transportar, y todo apunta al desarrollo sin freno de lo que llamamos el periodismo ciudadano. La revolución digital afecta al periodismo como parte de una actividad social más amplia que es la comunicación y la convergencia multimedia no es ni más ni menos que una posibilidad aún a prueba.

En palabras de Salaverría: “La reinvención del periodismo sólo puede venir de la mano de los propios periodistas”. El resultado de la contienda dependerá del uso que logremos darle a las herramientas con las que el diablillo de la tecnología nos tienta.


1 Comments:

Blogger Festival Resonante said...

"pasen y vean que lindas tolderías"
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11:46 p. m.  

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